Prejuicios ninguno. Eso es una premisa, que siempre he mantenido cuando he hablado con alguien sobre los discos que me gustan y los que no, es verdad que con el paso del tiempo eso empieza a ser más difícil (cuando mi hijo mayor pone la radio en el coche, me cuesta mantener la premisa, lo reconozco). Lo dicho, prejuicios ninguno, bueno venga, va, prejuicios pocos. Este “Entre el Cielo y el Suelo” de Mecano es un discazo, porque tiene enormes canciones, es así. “Cruz de Navajas”, “Hijo de la Luna”, las dos de Jose María Cano, son enormes, pero es que incluso las de Nacho Cano, “Ay que pesado”, “No tienes nada que perder” son buenas canciones (para mí, claro). Por encima de todas ellas, la CANCIÓN, “Me cuesta tanto Olvidarte”, la que hace que este disco esté aquí. Un temazo, para rematar un discazo. Sin prejuicios.
Entre el cielo y el suelo hay algo
con tendencia a quedarse calvo
de tanto recordar
Aunque se trate de ocultar, el primer disco de Mecano fue celebrado por todos: Quizás porque entonces todavía no existían los modernos recalcitrantes que tanto daño han hecho con sus prejuicios y sus poses a la cultura, miopes a cualquier expresión creativa que estuviese fuera de las pautas de su grupo de referencia.
El primer disco de Mecano fue aplaudido por la progresía underground forjada en los finales 70 y por los chicos de barrio, hijos de obreros con aspiraciones clase medieras: tenían en común que estaban saturados del rock pesado y aburrido y sobre todo nada divertido hartos del rock progresivo, del sinfonismo pero también de los cantautores del folk y de la canción melódica. El caso es que llegaron a todo el mundo de los 12 o los 30 años. A diferencia de otros grupos que estaban ahí y que trataban de abrirse paso en el mundo de las discográficas antes de la llegada de los sellos independientes, el éxito popular de sus tres primeros singles les llevo a que su primer LP tuviera un despliegue promocional y una difusión en los medios inalcanzable para cualquier grupo de pop rock juvenil de los tiempos con la excepción de Tequila, cuyo declive coincide perfectamente con el auge de Mecano.
Precisamente, en ese año 82, en el que yo tenía una edad similar a la tuya, cualquiera que tuviera un hermano o un primo cuatro o cinco años mayor aficionado al pop rock, como fue mi caso, podía encontrar entre sus adquisiciones y sin ningún tipo de complejo a Tequila, a Nacha Pop, a los Secretos, a los Pegamoides y a Mecano y, en ese mundo paralelo que era, o eso nos querían hacer creer, de las chicas, se pasó de la manera más natural, de Los Pecos y otros ídolos de fans con la máxima naturalidad, igual que los papás y mamás que compraron el casete de Enrique Y Ana para sus niños entendieron sin ningún problema que las navidades del 82 les pidieran el de Mecano.
Pero que se aceptara a Mecano ese año y que todos, otra vez todos, esperaran con ansiedad su segundo álbum, no significó que este fuera al final un fiasco, con algunas letras más o menos originales, que, a partir de ahí se empezara a cuestionar la autenticidad de Mecano. Entiéndase auténtico, como lo fetén, lo para iniciados. En mi caso me aleje de Mecano, en primer lugar porque los locutores de radio que yo seguía dejaron de pincharlos, porque todos oían a Mecano y yo quería ser diferente y porque encontraba otros grupos y músicas que me atraían más, por lo menos tanto, como me gustó el primer disco de Mecano, pero no ninguno de los siguientes. Conozco Cruz de Navajas, o Hijo de la Luna pero ambas me resultan pretenciosas y vacías porque me trasmiten la sensación de narración no vivida, me parece mucho más sincera Perdido en mi Habitación, por ejemplo. Eso no quiere decir que un autor no pueda escribir de cosas que no haya vivido o que sean referencias a terceras personas pero creo que debe ser de capaz de conseguir transmitir una conexión emotiva con la historia que vaya desde él hasta el oyente. Quizás contigo lo logró, conmigo no.
Perfecto análisis, compro tu argumentos, de hecho cuando me puse a hacer este verano pasado la lista de los 366 discos de los que quería hablar, supe que quería poner uno de Mecano y dudé entre el primero y este. La balanza se inclinó por “Entre el Cielo y el Suelo”, exclusivamente por “Me Cuesta Tanto Olvidarte”. Y eso que en el primero hay una estrofa de “Cenando en París” que me venía a la cabeza una y otra vez, “íbamos bajando desde Monmatre…”, siempre he flipado bastante con esa canción, me trae buenos recuerdos, pero el peso de “Me cuesta…” Inclinó la balanza.
Es probable que en su conjunto el primero sea mucho mejor disco que este por frescura, momento, etc… Pero…